lunes, 17 de septiembre de 2012

HISTORIA DEL PERIODISMO EN COLOMBIA


HISTORIA DEL PERIODISMO

LA PRENSA EN UNA SOCIEDAD AUTORITARIA


En la sociedad colonial no existe el derecho autónomo del individuo a publicar sus opiniones y todo libro y todo periódico requiere una licencia previa. Incluso establecer una imprenta requiere permiso del rey: cuando a fines del siglo XVIII las autoridades coloniales pidieron autorización para establecer una imprenta, una de las razones que alegaron para justificarla era por falta de ella no se había podido publicar un “edicto prohibiendo varios libros” :¡Se necesitaba la imprenta para poderla prohibir eficientemente!
Por ello, el primer periódico regular del país El Papel Periódico de la Ciudad de Santa Fe de Bogotá, creado en 1791, tuvo patrocinio oficial y estuvo sometido a estricta censura. Sin embargo, gozó de alguna latitud y al publicar textos de interés amplio, artículos de varios de los criollos locales que eludían cuidadosamente los temas de conflicto, empezó a crear lo que hoy llamaríamos un espacio de debate público, que fue prolongado por los otros periódicos publicados en los últimos años del régimen colonial, como el Correo Curioso y el Semanario del Nuevo Reino de Granada, que además fueron dirigidos por particulares. Para los criollos, que creían, como dijo Camilo Torres, que la imprenta es “el vehículo de las luces y el conducto más seguro que las pueda difundir”, la posibilidad de dar a conocer textos científicos y literarios y una limitada información sobre el Nuevo Reino y el mundo –así se publicara bajo el pretexto de censurar los excesos revolucionarios- era ya un gran avance, que ayudó a crear los primeros esbozos de una identidad nacional
En 1794, con la publicación de una hoja con la traducción de la “Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano” por parte de Antonio Nariño, se presentó el primer conflicto significativo alrededor de este problema. A pesar de que los acusados alegaron que estaba permitido publicar sin licencia previa todo texto de menos de un pliego y prácticamente no circuló, Nariño fue condenado a diez años de prisión en África, y penas algo más leves recibieron el impresor y sus dos abogados.


La Bagatela
Pluribus Unium
Tipo
Semanario
País
Sede
Fundación
Fundador
Fin de publicación
Género
Informativo / generalista / político
Idioma
Precio
1 real (Moneda de la Nueva Granada)
Director
Antonio Nariño
2. Libertad y responsabilidad legal 1810-1851
La independencia produjo una rápida expansión del periodismo colombiano y abrió una tradición de normatividad legal. Desde la primera constitución, la de Cundinamarca de 1811, se reconoció la libertad de imprenta, como uno de los derechos que el gobierno garantizaba a los ciudadanos, pero mantuvo la prohibición de publicar escritos obscenos y los ofensivos para el dogma, y se requería licencia eclesiástica para la publicación de escritos sagrados, lo que se reiteró en la de 1812 que indicaba que “ninguno podrá abusar de esta libertad para imprimir obras obscenas y contra la religión”.
La constitución de Antioquia, en 1812, estuvo más cerca de la formulación francesa, al reconocer la “libertad de imprenta” , “debiendo responder del abuso que haga de esta libertad en los casos determinados por la ley.” Este sería el esquema legal dominante durante el siglo XIX.: reconocimiento de la libertad, y responsabilidad legal a posteriori. Sin embargo, esta afirmación de responsabilidad legal a posteriori no impidió que en las constituciones y leyes se establecieran diferentes formas de prohibiciones absolutas o de censura previa. Fue general la prohibición absoluta de publicar escritos obscenos y contrarios al dogma, así como fue usual proscribir la publicación de escritos dirigidos “a perturbar el orden y la tranquilidad comunes, o en que se combatan las bases de gobierno adoptadas por la provincia. “Cualquiera que imprima y publique escritos o discursos subversivos contra semejantes bases, cometerá un crimen de lesa majestad y será castigado como tal....”, como decía la constitución de Antioquia. Además, algunas constituciones señalaron que la libertad de imprenta era “el más firme apoyo de un pueblo sabio y liberal”, y subrayaron que permitía a todo ciudadano “examinar los procedimientos del gobierno y la conducta de los empleados públicos”.
Estas normas de la época de la independencia –cuando, no hay que olvidarlo, la supervivencia del país estaba aún en juego– fueron prolongadas, más restrictivas y represivas, en las constituciones republicanas. La Constitución de Cúcuta mantuvo (art 156) con claridad la inexistencia de la censura previa: “Todos los colombianos tienen el derecho de escribir, imprimir y publicar libremente sus pensamientos y opiniones, sin necesidad de examen, revisión o censura alguna a la publicación. Pero los que abusen de esta preciosa facultad sufrirán los castigos a que se hagan acreedores conforme a las leyes”. Esto fue desarrollado en forma algo incongruente en la primera ley “sobre la extensión de la libertad de imprenta”, expedida en 1821 (12 de septiembre), en la que, a pesar de la clara prohibición constitucional de censura previa, se dice que “los libros sagrados no podrán imprimirse sin licencia del ordinario eclesiástico” y se señalaban las sanciones a la publicación de escritos contrarios a los dogmas de la religión católica, de textos “dirigidos a excitar la rebelión o la perturbación de la tranquilidad pública”, que ofendan la moral y la decencia públicas y que “vulneren la reputación o el honor de alguna persona, tachando su conducta privada”. Estas clases de artículos fueron definidos como “subversivos, sediciosos, obscenos y libelos inflamatorios”.
La vida política durante la primera década mostró algunos de los problemas que viviría la república: las polémicas de prensa fueron bastante violentas; el ejecutivo se sintió obligado a responder, muchas veces publicando periódicos anónimos redactados por el mismo presidente encargado, general Santander. Los dirigentes, que elogiaban la libertad de prensa en abstracto o cuando estaba a su favor, iban perdiendo la calma: “la hermosa libertad de imprenta, con su escándalo, ha roto todos los velos, irritando las opiniones. La pardocracia triunfa....La libertad de imprenta es la causa, y por lo mismo, es incurable como la llaga del amigo de Teseo, que la irritaban cuantos remedios se le ponían. Esta llaga cubre toda la república...” escribió Bolívar en 1826. Sin embargo, en su propuesta de constitución de Bolivia reiteró el principio general de libertad sin censura previa pero con responsabilidades fijadas por la ley.


Autoritarismo y paternalismo 1886-1948
El descontento con los efectos de la constitución de 1863, a la que se atribuía la proliferación de guerras civiles locales, llevó a una radical modificación del orden legal, que se expresó en la constitución de 1886. El 11 de noviembre de 1885, en el discurso de instalación de la Asamblea Constituyente, Núñez, antiguo defensor de la libertad absoluta de prensa afirmó: “La prensa debe ser antorcha y no tea, cordial y no tósigo, debe ser mensajera de verdad y no de error y calumnia, porque la herida que se hace a la honra y al sosiego es con frecuencia la más grande de todas”.

  La Bagatela (Colombia)
 La Bagatela fue un periódico fundado por el prócer colombiano Antonio Nariño el 14 de julio de 1811. De carácter político y al tiempo satírico, se apoyaba en la defensa del centralismo frente a las aspiraciones federalistas de Jorge Tadeo Lozano  y al tiempo advertía las consecuencias de la falta de unión de los patriotas en una eventual reconquista española de la Nueva Granada. Filosóficamente posee contenidos literarios a través de las secciones Cartas del Filósofo Sensible a una Dama, su amiga y Contestación de la Dama al Filósofo. Su último número se público el 12 de abril de 1812.
Después de la época de independencia colombiana, los ejemplares que se imprimieron fueron conservados completos por tres personas: Vicente Nariño (descendiente del prócer y obsequiado a Jorge Nariño Rivas y luego al general Bernardo Caicedo), el historiador José María Vergara y Vergara y el general Joaquín Acosta. En 1965, por decreto del Concejo de Bogotá autorizó una reimpresión facsímil (bajo la dirección de Guillermo Hernández de Alba) en conmemoración del segundo centenario del natalicio de Antonio Nariño.
El lema del periódico fue Pluribus Unium.
Actualmente el Partido del Trabajo de Colombia ha retomado el nombre de "La bagatela" para denominar su principal medio informativo, del cual circulan unos 5000 ejemplares con un periodo irregular que oscila entre tres y seis meses entre ediciones. Hacia octubre del año 2010 se contaban 38 ediciones impresas.


Muy pocos saben que en esta casa, declarada Monumento Nacional y hoy abandonada y carcomida por la desidia del Estado, vivió el precursor Antonio Nariño, quien por ser el fundador del periódico La Bagatela, se le otorgó a este lugar ese nombre. La historia convencional sobre la historia de Colombia nos cuenta que el Palacio de Nariño, fue la casa del matrimonio Nariño-Álvarez hasta la muerte de don Vicente Nariño y fue ahí donde nació el 9 de abril de 1765 y creció hasta su adolescencia Antonio Nariño y Álvarez. Y también nos cuenta que fue el primer gran intelectual de la patria, cultor del pensamiento ilustrado en plena dominación colonial y uno de los padres del periodismo político con su periódico La Bagatela, periodismo político que entre otras cosas ha tumbado y puesto presidentes en este país. La historia le reconoce a Nariño el haber plantado las primeras semillas de libertad, igualdad y soberanía popular en la conciencia de los neogranadinos (hoy colombianos), al publicar en 1794 la Declaración de los Derechos del Hombre.

VISION DE LA PRENSA.
Pero la verdadera tragedia del periodismo colombiano se ha producido por la violencia directa ejercida contra los periodistas, por parte de organismos sociales no estatales. El narcotráfico, la guerrilla, los paramilitares y otros tipos de delincuentes (como políticos corruptos y algunos agentes de la fuerza pública) han participado en el hostigamiento, la amenaza o el asesinato de un número elevado de periodistas. En la mayoría de los casos estos crímenes no se han esclarecido en forma adecuada, y las pruebas que precisen la responsabilidad de sus autores y los motivos precisos de los delincuentes no se han recogido. Sin embargo, es evidente que el mayor riesgo proviene de la revelación de actividades ilícitas de grupos corruptos y del ataque personal y nominal a narcotraficantes.
La narración detallada de los incidentes de violencia contra la prensa se ha hecho en varias ocasiones y aquí es pertinente recordar solamente algunos de sus momentos más dramáticos. Entre 1984 y 1990 el narcotráfico trató de silenciar la prensa mediante el asesinato de periodistas de todos los niveles, desde reporteros de la base hasta directivos de alto nivel, como Guillermo Cano, director de El Espectador, asesinado en 1996. Una nueva fase de intensa violencia se vivió en 1995-1998, cuando los paramilitares dieron muerte a periodistas que consideraban simpatizantes o colaboradores, voluntarios o involuntarios, de los grupos guerrilleros: Jaime Garzón es el más conocido de estos. Y desde 1984 hasta hoy, el ejercicio, en las provincias y pequeñas localidades, de un periodismo de denuncia muy polémico y desafiante, ha producido y sigue produciendo, aunque la tendencia ha sido la de una disminución gradual de los incidentes graves, la muerte violenta de algunos periodistas. En resumen, entre 1985 y 2000 unos 150 periodistas fueron asesinados por razones ligadas a su oficio.
8. Los cambios en empresas y mercados
Por último, es importante discutir el impacto que ha tenido sobre la capacidad de crítica del periodismo el cambio en las estructuras empresariales de los medios. Como se señaló antes, prácticamente toda la prensa colombiana, en Bogotá o en las demás capitales, adoptó, durante la primera mitad del siglo XX , la forma de empresas familiares. El efecto de esta estructura fue permitir a los medios definir y desarrollar sus orientaciones políticas y sus criterios informativos con unos niveles razonables de independencia del gobierno y del poder de los empresarios. Es cierto que se trató de una prensa políticamente comprometida, que este compromiso le daba un sesgo muy grande a sus comentarios editoriales y de opinión y que la información política se seleccionaba y presentaba con indudable parcialidad. En épocas de gran conflicto político, como 1934-36 o 1944-1952, el carácter unilateral de la información política se acentuaba, y adquiría rasgos agresivos en algunos de los periódicos. Pero la multiplicidad de periódicos de perspectivas encontradas ofrecía una opción de pluralismo informativo, y algunos periódicos, en la medida en que se consolidaba un público lector más sofisticado, encontraban que la moderación y el cuidado informativo producían resultados. En el plazo largo, los periódicos que terminaron dominando los mercados de Bogotá, Medellín o Cali, por ejemplo, fueron aquellos que lograron hacer compatible el sesgo partidista con rasgos de pluralismo informativo y con una calidad informativa más alta que la de los otros periódicos.
A partir de 1930 un nuevo medio hizo su aparición: la radio. Varias emisoras comenzaron a trasmitir eventos políticos, incluso discursos completos, durante varias horas, de los políticos más populares, y a producir “radio-periódicos” y programas de opinión y comentario, que duplicaban los formatos favoritos de la prensa. La consolidación gradual de emisoras privadas en grandes cadenas (Caracol, RCN y Todelar) abrió el camino a una programación nacional y a un fortalecimiento del impacto de la radio, que se fue haciendo más claro después de 1960. Por otra parte, desde 1954 comenzó la televisión, inicialmente oficial, pero abierta desde temprano a empresas privadas de programación. La televisión y la radio, que podían captar la atención de un público muy amplio, en contraste con el carácter muy minoritario de los periódicos, y que ofrecían alternativas de entretenimiento más variadas, empezaron a convertirse en una competencia importante para los periódicos, sobre todo en la medida en que la publicidad se había ido convirtiendo en la fuente principal de financiación de todos los medios.
En efecto, los ingresos derivados de la venta del periódico, que eran parte esencial de la salud financiera de los periódicos, y que se apoyaban en un público cuya fidelidad provenía de la afinidad política y de un juicio sobre la calidad del medio, fueron perdiendo importancia ante la posibilidad de tratar a los lectores ante todo como consumidores: desde el punto de vista económico, el lector es ante todo el objeto de una publicidad que es ahora la que produce la mayor parte de los ingresos. La urbanización acelerada del país a partir de 1930 abrió el camino a públicos nuevos, más numerosos y con una pasión política menos intensa. Para atraer estos públicos nuevos, y en un ambiente en el que la radio y la televisión se mostraban muy aptos para capturar masas de población poco tiempo antes analfabetas, los periódicos se fueron transformando gradualmente. Muchos desaparecieron en el proceso, y los que sobrevivieron, casi siempre sobre la base de un monopolio local, unieron a su información política, algo menos sujeta a sesgos partidistas, una información cada vez mayor sobre áreas como el deporte, la moda o la vida cotidiana, y desarrollaron una miscelánea de secciones más recreativas que informativas. Estos periódicos, que siguen siendo en su casi totalidad propiedad de empresas familiares, aunque ahora mucho más poderosas y ricas, se vieron pues obligados a competir con la radio y la televisión en el campo del entretenimiento, reduciendo el papel de la información y de la expresión de opiniones en el conjunto del medio.
Además, radio y televisión, en forma recíproca, empezaron a competir cada vez más con la función informativa de los periódicos. Los noticieros de televisión adquirieron importancia desde la década del sesenta, por lo menos para el amplio segmento de usuarios que no estaba interesado en una información muy variada y amplia. Y desde los ochentas, la radio aumentó aceleradamente su atención a este campo, desarrollando a lo largo de la década formatos más o menos novedosos, con un volumen de información creciente y de muy variado carácter, entrevistas llamativas, campañas cívicas, propaganda encubierta, etc. Estas mezclas de información, entretenimiento y seducción al consumidor resultaron muy exitosas y capturaron segmentos cada vez mayor del público. En este contexto, radio, televisión y prensa han ido borrando, en el marco de un mercado que premia sobre todo los altos volúmenes de audiencia o lectura, las diferencias entre información, opinión y entretenimiento. El impacto sobre la calidad de la información que recibe la sociedad ha sido muy debatido: el tiempo y el espacio para ofrecer un adecuado contexto a la noticia se reduce y noticias e informes “light” desplazan las informaciónes en profundidad, la provisión de contexto a las noticias o el comentario analítico.
La radio y la televisión, desde el punto de vista de la libertad de expresión, han estado sometidas a un régimen diferente al de la prensa. En efecto, el estado se ha apoyado en la ficción jurídica de que es el propietario del espectro electromagnético por parte suya para sostener que los medios impresos se pueden crear libremente y actúan protegidos por la libertad de expresión, mientras que el acceso de los particulares a la radio y la televisión es el resultado de una concesión graciosa del propietario del espectro electromagnético, que puede reglamentar su uso y someterlo a las restricciones que considere adecuadas. Sin embargo, aunque no existían bases jurídicas para limitar la capacidad de regulación del Estado, la regulación de estos medios fue moderada, y usualmente dejó un espacio amplio a la libertad de los periodistas. Esto muestra hasta donde el país ha encontrado, en los últimos 50 años, inaceptable el uso del poder estatal para regular los medios: así fuera jurídicamente viable, políticamente era difícil ir más allá de algunas normas fácilmente defendibles, como las que prohibían por ejemplo a los noticieros entrevistas guerrilleros o delincuentes, y que, aunque no se derogaran, dejaban en general de aplicarse rápidamente.
La constitución de 1991 cambió en alguna medida la base jurídica de esta diferenciación, pues la prohibición de censura no establece diferencia alguna, y no hay en la constitución bases para pensar que se quería mantener esta diferenciación, al menos con lo que tiene que ver con la libertad de los medios de comunicación periodística. Podría pensarse que el hecho de que la constitución garantizara, sin establecer distinción alguna, la “libertad de fundar medios masivos de comunicación” garantiza al derecho a fundar medios masivos de comunicación radiales, televisivos o en redes como Internet. Sin embargo, una sentencia de la Corte Constitucional reiteró el principio de que la libertad de crear medios de comunicación no se podía extender a la radio y la televisión, argumentando el carácter público del espectro electromagnético (T-081 de 1993) y el hecho de que las telecomunicaciones han sido definidas por la ley como un servicio público. De este modo, se mantiene una situación en la que el estado reivindica la propiedad del “espectro electromagnético”, (redefinido para incluir tecnologías como las de cable óptico), pero cede su uso en concesión a un conjunto limitado, y de hecho cada vez más oligopólico, de operadores privados.
En efecto, la radio y la televisión cambiaron substancialmente su estructura de propiedad en las últimas tres décadas y de cadenas radiales conformadas por emisoras locales, se convirtieron en grandes cadenas controladas por los principales grupos económicos del país. Caracol fue, desde mediados de la década de 1970, propiedad del grupo Santodomingo, mientras que RCN es propiedad del grupo Ardila. Desde 1998 estas dos cadenas radiales adquirieron el control de los principales canales de televisión. En 2003 el grupo Santodomingo vendió a la empresa española de medios Prisa la cadena radial CARACOL, en lo que hasta ahora es la única adquisición importante de medios por parte de inversionistas extranjeros. En el mundo de la prensa, El Espectador, derrotado por El Tiempo en su competencia por el mercado bogotano y muy debilitado, fue el primer periódico familiar que terminó en manos de los grandes grupos económicos, al ser vendido al mismo grupo Santodomingo, que no ha logrado recuperar ni su circulación ni sus finanzas. Por otra parte, algunos de los periódicos regionales han cambiado de dueño, y se ha esbozado una tendencia a la formación de cadenas en las que un periódico es dueño de medios en varias ciudades: el caso de Vanguardia Liberal, de Bucaramanga, dueño de La Tarde de Pereira y de otros periódicos regionales, es sin duda el más significativo.

FISCALÍA DECLARÓ CRIMEN DE LESA HUMANIDAD SECUESTRO DE PERIODISTA JINETH  BEDOYA.






La comunicadora fue retenida el 25 de mayo de 2000 cuando iba a hacer una entrevista a jefes paramilitares en la cárcel La Modelo.
La Fiscalía General declaró como crimen de lesa humanidad el secuestro y posterior agresión sexual que sufrió la periodista Jineth Bedoya el 25 de mayo de 2000, cuando fue retenida ilegalmente en el momento que iba a realizar una entrevista con miembros de grupos paramilitares en la cárcel La Modelo de Bogotá.
El caso fue declarado como imprescriptible tras reconocerse que “los ataques a los periodistas fueron recurrentes como método de guerra con el fin de acallar la voz de quienes se atrevieron a exponer ante la opinión pública los desafueros y violaciones del paramilitarismo”.
La periodista fue víctima de un grupo de delincuentes que la secuestraron cuando iba a entrevistar para el diario El Espectador al paramilitar conocido con el alias de El Panadero, interno en el penal. Los secuestradores, luego de torturarla y agredirla sexualmente, la dejaron abandonada a las afueras de Villavicencio.
Por estos hechos la Fiscalía dictó medida de aseguramiento a Mario Jaimes Mejía, alias 'El Panadero'; Alejandro Cárdenas, alias 'JJ' y Jesús Emiro Pereira, alias 'Huevo e pisca', familiar del excomandante paramilitar Carlos Castaño.
Ante esto dichos paramilitares, quienes se encuentran en el proceso de Justicia y Paz, tendrán que responder por los delitos de secuestro agravado, tortura en persona protegida y acceso carnal violento.

La clave para que este caso empezara a moverse, luego de años de quietud, fue la confesión del exparamilitar Alejandro Cárdenas Orozco, quien se acogió a sentencia anticipada por el secuestro de Bedoya aunque no reconoció los otros dos delitos, en febrero de este año.


Según Cárdenas, en el 2000, cuando se encontraba en Barranca de Upía, recibió la orden de viajar a Bogotá para asesinar a la periodista Jineth Bedoya. A última hora hubo cambio de planes y se optó por el secuestro.

Cárdenas Orozco, quien en septiembre de 2011 ya había admitido su responsabilidad ante un fiscal de Justicia y Paz, reveló que cuando estaba a punto de consumar el homicidio, recibió una contraorden para que sólo la secuestrara y la entregara a otros de sus compinches en el sector de Puente Aranda. Él sostuvo que así lo hizo y que días después, durante una discusión por los errores y excesos cometidos durante el cautiverio de la periodista, su jefe, alias “Pollo Roger”, dio la orden de matarlo. Por eso tuvo que alejarse de la organización.

El testigo admitió que, según lo que escuchó a sus compañeros de andanzas, el secuestro de Jineth Bedoya obedeció a las publicaciones que ella venía haciendo en el periódico El Espectador sobre ilegalidades en los centros reclusorios del país, en particular por los artículos sobre tráfico de armas en la cárcel La Modelo de Bogotá. El detonante fueron sus informes sobre una masacre perpetrada en el interior del penal el 27 de abril de 2000, en la cual participaron activamente los paramilitares, dejando como saldo 25 personas muertas y 18 heridas de gravedad.

Días después, la periodista y otros de sus colegas recibieron cartas amenazantes, y por esa razón, previa consulta con las autoridades, se decidió que para aclarar la situación se realizaría una entrevista con algunos jefes paramilitares recluidos en La Modelo. En la mañana del jueves 25 de mayo, cuando aguardaba su ingreso al penal, fue secuestrada y sometida durante diez horas a tratos crueles y degradantes. Cuando la Fiscalía rastreaba su paradero, fue abandonada en un despoblado en la vía entre Villavicencio y Puerto López, en el Meta.

Pese a la gravedad de los hechos y a que, en atención al testimonio entregado por Jineth Bedoya, dos periodistas de El Espectador tuvieron que marcharse del país, la investigación judicial no arrojó resultados convincentes. Sólo hasta 2010, cuando la agencia de cooperación británica Oxfam entró a apoyar los persistentes reclamos de justicia de la periodista, el expediente empezó a moverse. Después intervino la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip), que optó por llevar el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Cuando Viviane Morales asumió como fiscal, decidió darle prioridad al caso de Jineth Bedoya. Primero a través de Justicia y Paz y luego por conducto de la Unidad de Derechos Humanos. Y fue precisamente una fiscal de esta dependencia la que logró el primer paso clave hacia la verdad de lo sucedido: la confesión de Alejandro Cárdenas Orozco, quien solicitó sentencia anticipada. De paso fueron vinculados Emiro Pereira Rivera y Mario Jaimes Mejía, este último el sujeto que tramitó la falsa entrevista que terminó en secuestro.

La Fiscalía apunta a demostrar la activa participación de la casa Castaño en los hechos, a través del sujeto Jesús Emiro Pereira Rivera. Hombre de confianza de Vicente Castaño, Pereira Rivera, hoy detenido en Montería (Córdoba), fue uno de los principales promotores del llamado bloque Capital, que por la misma época ejecutó muchas otras acciones ilegales en Bogotá. Pero su radio de operaciones se extendió también, con el apoyo del bloque Centauros, a los departamentos de Meta y Casanare.

AMPLIACION DE LA INFORMACION
A su vez, el vocero de Oxfam, Alejandro Matos, agregó que el caso de Jineth Bedoya es determinante porque no sólo fue una agresión contra una periodista en particular, sino contra los derechos de las mujeres y la libertad de expresión. “El estado de impunidad en que se encuentra el caso debe ser motivo de vergüenza para las autoridades competentes”, añadió Matos, quien hizo saber que la organización acompaña a la periodista en su demanda internacional y que considera su lucha como la de muchas mujeres colombianas que han sido abusadas y viven en silencio.

En la mañana del jueves 25 de mayo de 2000, cuando tramitaba su ingreso a La Modelo, fue abordada por un desconocido que le aplicó un sedante, la condujo a una casa cercana y después, con otros individuos, la sometió a tratos degradantes. Después de una incesante búsqueda de la comunicadora, cuando el periódico constató a través de la Fiscalía que ella no ingresó nunca al centro penitenciario, fue abandonada en un sector despoblado a pocos kilómetros de Villavicencio, donde fue auxiliada por unidades de la Policía.

A pesar de la gravedad del hecho y que, además de la agresión a Jineth, del caso se derivó también el exilio de los entonces periodistas de El Espectador Ignacio Gómez y Hollman Morris, la investigación de la Fiscalía nunca avanzó satisfactoriamente. Por el contrario, como lo destacó el abogado Pedro Vaca, cayó en una inactividad cercana a la impunidad. Por esta razón, se decidió que el caso sea conocido por el sistema internacional de los derechos humanos, a través de una demanda contra el Estado colombiano y su falta de justicia.
Sólo hace dos semanas el fiscal que investiga el caso ordenó recibir una versión libre al general (r) de la Policía Leonardo Gallego Castrillón, quien para la época de los hechos oficiaba como director de la Dijín. El exoficial ha sido mencionado en diversas declaraciones y el ya fallecido periodista Manuel Vicente Peña lo señaló en su último libro como uno de los gestores del secuestro de Jineth Bedoya. Ayer, ella no aportó comentarios sobre el tema, pero cerró su intervención diciendo que la verdad de su caso es lamentablemente un escándalo.

CUESTIONEMOS
  • Cuáles fueron los primeros periódicos en Colombia.
  • En qué ayudan los periódicos
  • A qué está obligada la prensa.
  • A qué están  enfrentados los periodistas en Colombia
  • Quién fundó la Bagatela y porqué.
  • Que posibilitan los periódicos
  • En el caso de la periodista que derechos se han violado.
  • Qué es un crimen de lesa humanidad.
  • Nombre los periódicos que hasta el momento se nombran y que características tienen
  • Del tema que se trato haga un comentario mínimo de 10 renglones





No hay comentarios:

Publicar un comentario